En estos momentos en los que toda nuestra sociedad está amenazada es cuando aparece lo mejor y lo peor de nosotros. La aceptación de la situación es clave para que no aflore nuestra parte oscura y esta elección te pertenece a ti. Si te duele algo, sea físico o psíquico intenta convertir ese dolor en un dibujo, en palabras, baila, canta, salta, grita o simplemente llora, pero sobre todo no dejes que el dolor se quede dentro de ti y se enquiste en alguna parte de tu cuerpo. En el confinamiento que estamos viviendo existen dos causas que producen la mayoría de confusiones; no decir lo que pensamos y no hacer lo que decimos.

Es fácil enojarse con alguien y culparle de tu enfado diciéndole que es la gota que ha derramado el vaso. Todo lo que has callado, todo lo que pensaste qué harías y no hiciste mientras el vaso se llenaba es la causa de tu enfado. La falta de comunicación puede llegar a arruinar muchas de las cosas positivas que nos rodean. Es fácil encontrar una ofensa en casi todo lo que los demás digan o hagan, cuando la realidad es que las acciones de los demás no tienen nada que ver con nosotr@s. Intenta no enojarte porque la otra persona no te entiende, ni esa persona es tonta o le es indiferente lo que tu intentas expresar. Por mucho que insistas en explicárselo de mil formas diferentes quizás nunca te entienda porque ve las cosas diferentes a ti.

Quizás te sorprenda saber que la mayoría de cosas que ves en otra persona es lo que crees de ti mismo; y sólo la juzgas por aquello que ya existe dentro de ti. Es importante valorar a cada persona que comparte el espacio en el que vives, todos tomamos importancia de acuerdo a nuestro propio y único propósito en la comunidad. Eso no quiere decir que dejes de hacer cosas por ti, antes de ayudar a alguien debes ser capaz de ayudarte a ti mismo. Si no puedes, piensa en todo lo que serías capaz de hacer por alguien a quién amas con todo tu corazón, ¿lo tienes? pues ahora hazlo por ti.