«El proceso de convertirse en persona» es el título de un libro de Carl R. Rogers.
Uno de los resultados de ese proceso en mí, ha sido el conectar con mi parte terapeuta y formadora, entre otras.
Hace años aparecieron en mi vida unos vértigos que arrasaban con mi salud y autoestima. Quien los ha sufrido ya sabe de qué hablo. En busca de soluciones o mejor dicho de estabilidad, me encontré con una enfermera que usaba la terapia neural, la homeopatía, las flores de Bach y toda su sabiduría personal. Me dijo, «no sé si puedo ayudarte pero podemos intentarlo». Esta mujer cuando yo decía blanco, entendía blanco y nada más. Nunca me había sentido tan comprendida. No me juzgaba, estaba. No había amenaza. Explicarle me hacía elaborar mis pensamientos, ver mis logros y también mi dolor.
¿Qué puede ocurrir en un proceso acompañado?
Carl Rogers, creador de un encuadre terapéutico centrado en la persona, donde no se divide entre «partes enfermas» y «partes sanas»; apoya la teoría de que si el cliente puede no sentirse amenazado, podrá ocuparse de lo que siente y de cómo percibe lo que le ocurre. Si externamente no hay evaluación ni juicio, podemos experimentar libertad.
Se trata de facilitar la tendencia que todos tenemos a avanzar, a desarrollarnos como humanos, a crear la vida que nos hace felices. Lo que no es sinónimo de estar de subidón constante.
Lo que creo que debería ser yo, secuestra una parte de nuestra vida y eso es agotador. Nos deja sin fuerza. Desear y elegir ser uno mismo es liberador y creativo.
¿Tu vida expresa cómo eres?
Quitarnos la máscara, esa que hasta hace poco creíamos muy real puede ser una experiencia revolucionaria.
Máscara entendida como esas actitudes que tomo para agradar, para demostrar mi valía y que al mismo tiempo me desconectan de mi esencia, de mi alma, de mi ser interior. Usa la palabra que no te cree resistencias. Todos intuitivamente sabemos de su existencia. ¿Cómo le quieres llamas a «eso»?
¿Qué ocurre si te quitas la máscara?
- Dejas de estar a la defensiva para ocuparte de estar en la vivencia. ¿Qué sientes? ¿Qué experimentas? ¿Qué necesitas?
- Amplias tu mirada hacia el mundo. La realidad está a priori, menos clasificada. No es blanco o negro. Siempre o nunca. Bueno o malo. Incorporas los matices.
- Hay una apertura a «lo que hay«. Se trata de aceptar los hechos tal como son y de abandonar la lucha de cómo querría que fueran.
- Es más sencillo vivir en zonas de incertidumbre. Las creencias son más flexibles. Pongo un ejemplo, una persona que dice: «No pido nada a nadie porque luego se van a aprovechar de mí» Puede empezar a dudar de lo conveniente que es para su vida basarse en esta creencia. Buscar compresión sabiendo de dónde viene en su genograma, acontecimientos familiares o experiencias personales pasadas o acompañado del terapeuta encontrar un abordaje con herramientas de coaching. Sea como sea desaparece la rigidez.
- Apertura a las nuevas posibilidades. ¡Hay algo nuevo en mí y soy Yo!»
- Si te conoces y sabes lo que necesitas, puedes comunicarlo. Abandonar la fantasía de que la gente debe leerte la mente, es tranquilizadora para ti y sobre todo para la gente que te quiere.
Experimentar con todo tu ser, no solo con el intelecto que eres una persona única, es extraordinario.
«El sereno placer de ser uno mismo.» Carl R.Rogers